martes, 30 de marzo de 2010

Comienza una nueva etapa.


Tras más de 14 años en la Consejería de Empleo, primero como viceconsejero, y los últimos 6 años como consejero, ha llegado el momento de poner un punto y aparte a esta andadura y comenzar una etapa nueva.


Han sido cerca de 20 años trabajando para esta Comunidad. Más de 14 combatiendo los vaivenes del empleo y desempleo. Años dulces, de grandes satisfacciones pero también años y momentos menos dulces. Sin lugar a dudas, todos estos años me han permitido crecer personal y profesionalmente. Años que me llevo en la mochila de la experiencia y por los que no puedo menos que agradecer a aquellos que, en su momento, confiaron en mi para esta tarea, así como a todos y todas los que, con vuestra ayuda, habéis colaborado, más o menos estrechamente, conmigo durante todo este tiempo.


Traspasado el testigo a un nuevo Consejero, al que deseo la mejor de las fortunas, hoy comienzo una nueva etapa. Una etapa en la que continuaré ejerciendo de parlamentario. Una etapa en la que estaré, como siempre, a disposición de mi partido para aquello que se plantee en el futuro. Un futuro que empiezo a escribir hoy mismo. Un futuro cuyo timón vuelvo a llevar exclusivamente yo.


Con este cambio de timón, sólo resta que me despida. Y, como las despedidas suelen ser tristes, casi prefiero decir “por aquí nos vemos”, en este rinconcito desde el que espero seguir compartiendo con ustedes todo lo que acontezca y buenamente quieran compartir.


1 comentario:

  1. Dicen del Consejero que es un poquito supersticioso.

    Eso me impide arrancar este comentario con la archi-conocida sevilla ("algo se muere en el alma..."), que es lo que me pide el cuerpo.

    Y me lo pide cuando, a pesar de no ser persona cercana al Consejero, veo el efecto que ha producido su cese a mi alrededor.

    Auténtica tristeza, tristeza por una despedida forzada que, a pesar de haberse intuido de cerca en los últimos tiempos, no nos apetecía (esa es la pura verdad), encarar.

    Hoy, cuando veo a un compañero, cual niño pequeño, que no puede contener las lágrimas, lágrimas de pena, lágrimas de rabia contenida, auténtica pena, pena de la de verdad, no puedo sino reforzar el pensamiento, la idea, ahora certeza, de que hoy nos toca despedir a un buen jefe, a un buen trabajador, a una persona entregada a su causa, al empleo, ... en definitiva, a una buena persona.

    Mucha suerte, jefe, allá donde te lleve el futuro!!

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